lunes, 23 de enero de 2012

No todo es sol en California

 

Para demostraros que en California también se pueden tener días malos voy a resumiros muy brevemente como fue mi primer día.

Hoy tenía clase a las 8 de la mañana lo que significaba que tenía que salir de casa sobre las 7:20, lo que significaba que me tenía que levantar a las 6:30. Contra todo pronóstico me levante a tiempo, un poco antes incluso, me preparé para clases y salí preparada para empezar con energía el nuevo semestre. Al salir de casa note que hacía más frío de lo que pensaba pero decidí no volver a casa para no perder el autobús y no llegar tarde el primer día, así que me agarre la chaquetilla que llevaba como hacen las señoras y me puse a andar rápido para entrar en calor.

Antes de llegar a la parada empezaron a caer unas gotas de agua pero pensé que con un poco de suerte me daría tiempo de llegar a clase antes de que empezara a llover con fuerza. El autobús llegó poco después y me subí rápido porque estaba empezando a llover un poco más fuerte (prueba de ello eran los grandes círculos de humedad que había en las hojas del libro que estaba leyendo). Pero lo mejor vino cuando bajé del autobús estaba lloviendo a cantaros y no sólo no tenía paraguas y no tenía chaqueta sino que no tenía ninguna capucha para taparme el pelo. ¡Para una vez que me aliso el pelo! Bueno, en realidad no me lo había alisado había sido más bien producto de la suerte y una extraña colocación de la cabeza al dormir, pero ¿sabéis lo difícil que es que pase eso?

Para evitar mojarme mucho decidí ponerme a correr los 500 metros que separan la parada del autobús de mi edificio con tan buena suerte que metí el pie en un charco que era tan profundo que el agua me llego hasta el tobillo. De nada sirvieron las botas waterproof del carallo, se me puso el pie con más agua que el Titanic después de conocer a Mr. iceberg. En ese momento, empezó a llover mucho más fuerte y el agua comenzó a chorrearme por la cara (gracias a Dios que no llevo maquillaje nunca).  Mientras caminaba ya despacio (total ¿para qué las prisas? Ya tenía toda la superficie de mi cuerpo mojada) notando como el agua se aplastaba bajo mi pie dentro del zapato todavía tuve tiempo para notar la ironía que supone el hecho de que esa mañana hubiera escogido ponerme la camiseta con el logo “Siempre estoy soñando en los días lluvioso” y que en mp3 en modo aleatorio hubiera decidido que ese era el mejor momento para escuchar California Girls.

Y eso solamente a las 7:50 de la mañana, imaginaros como fue el resto del día. Así que en cuanto termine las clases obligatorias hice lo más inteligente: correr a casa, meterme en cama calentita con un sopa y rezar para que llegue pronto mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario